DANZA Y GENERO

DANZA Y GENERO .
Una mirada a los imaginarios colectivos de la danza en el Carnaval de Barranquilla.

Por: MONICA LINDO
Docente Universidad del Atlántico


Reflexionar de manera crítica sobre temas que hacen parte del Carnaval de Barranquilla, como es el caso de la danza, se convierte en un ejercicio oportuno y necesario para poder avanzar en su comprensión y desarrollo. De allí que el análisis de las problemáticas más comunes al enfrentar el concepto de danza, ya sea como expresión carnavalera, como alternativa de formación en las escuelas, o simplemente como proyecto de vida, es común encontrar ciertos puntos neurálgicos que son producto de los imaginarios y creencias que envuelve la práctica de la danza, sobre todo en lo relacionado con el “genero” de la mayor parte de los integrantes que conforman las agrupaciones o escuelas de danzas, que afectan finalmente el adecuado acercamiento de la danza a los procesos de formación integral de las niñas, pero en particular de los niños. (CEDINEP )

Los Imaginarios colectivos.

Desde el punto de vista epistemológico, los imaginarios colectivos inician su proceso de conceptualización a partir de Durkheim, quien habla de las “representaciones colectivas” para referirse al conjunto de significados que existen en toda sociedad; Así mismo, lo asume como el instrumento que posibilita comprender la realidad y finalmente como los marcos de referencia en los cuales se dan a conocer las categorías de pensamiento de una sociedad. La utilización del término “imaginario” suele utilizarse para referirse al análisis que se efectúa de la percepción que los individuos tienen de su realidad en vida cotidiana. Es importante señalar que para Durkheim las representaciones colectivas están referidas a un espacio, a un tiempo, a unas normas y a una identidad, por lo tanto son “portadoras de las significaciones sociales” que tienen lugar lógicamente en la vida cotidiana.

Agnes Heller plantea: “El hombre participa en la vida cotidiana con todos los aspectos de su individualidad, de su personalidad. En ella se ponen en obra todos sus sentidos, todas sus capacidades intelectuales, sus habilidades, sus sentimientos, pasiones, ideas, ideologías” Los actores sociales que forman parte de la vida cotidiana llevan a cabo una serie de procesos comunicativos, de interrelaciones sociales y de acciones que generan procesos verbales, de acciones y de pensamiento cargados de gran significación y que por ende, permiten construir y comprender una realidad dada. En este sentido cada actor se desarrolla en unos ambientes en los cuales se expresa y comunica utilizando el lenguaje y los actos. Es allí, en la vida cotidiana, donde se ponen en evidencia “lo que pienso y lo que en conjunto pensamos todos en torno a una situación dada….dinámica propia de la vida interna de las agrupaciones del carnaval, de las danzas tradicionales sobre todo y de las comparsas de reciente creación.

Este cúmulo de significados, de expresiones y de actos son los constructores de la cultura y ha sido a través de sus manifestaciones, y en este caso la danza, como se han entendido los acontecimientos humanos, permitiendo comprender la historia en un tiempo y espacio determinado. Weber y Geertz definen la cultura desde lo simbólico y establecen que: "El hombre es un animal inserto en tramas de significación que el ha tejido". Consideran que la cultura es esa urdimbre y que su análisis ha de ser por lo tanto, no una ciencia experimentada en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones, que en su descripción pueden intervenir estructuras de significación, ya que más que entidad física, es acción simbólica. De esta manera se puede definir la Cultura como: “…Esa urdimbre, ese conjunto de enlaces que constituyen el horizonte de significados a partir del cual nos movemos y existimos” y la danza como expresión cultural no se escapa de esta apreciación.

La danza, por constituirse en una expresión humana, aparece en la cultura como una manifestación de las experiencias subjetivas y de lo que colectivamente se construye, por lo cual es posible entender cada momento histórico en el que se encuentran ubicadas. Es evidenciado no solo por la expresividad corporal, sino en las letras de las canciones que acompañan la danza, los atuendos y parafernalias que la adornan.


Imaginarios y realidades sobre el género y la práctica de la danza.

Si bien es cierto que en el Carnaval de Barranquilla existe una marcada diferencia entre el concepto de Danza (mas relacionado con lo tradicional) y el de Comparsas (con lo actual y novedoso), en el resto del mundo, todo aquello que involucra el movimiento de carácter estético, expresivo y significativo, es Danza. En este sentido, las acciones y las formas como despectivamente se habla de la danza en general, al considerarla como una actividad de tipo femenino, denotan que existen unas creencias detrás de esos discursos que afectan unos comportamientos, actuaciones y sobretodo que influyen en el desarrollo cultural de una ciudad y en el proceso evolutivo al cual está expuesta la danza como manifestación de un grupo cultural y social.

El estereotipo bajo el cual se ha manejado la práctica de la danza conlleva de igual forma a una construcción de imaginarios por parte de los niños que lo alejan de su misma práctica. Es una constante en casi todos los países latinos, encontrar que la intervención espontánea de los niños es menor que la de las niñas en la interpretación de la danza, lo cual es un punto neurálgico al momento de propiciar la proyección y formación en las mismas. La mayoría de las agrupaciones infantiles en el carnaval de Barranquilla sobre todo las comparsas están conformadas mayoritariamente por niñas, ya que los niños demuestran un cierto recelo y actitud distanciadora, propiciada generalmente por sus padres que aunque saben de los beneficios de la danza, imaginan que esto hará cambiar los intereses propios de su género a sus hijos varones.

Oscar Vahos en sus escritos sobre la formación en danza, hace referencia a la desigualdad en el número de participantes hombres y mujeres en las agrupaciones de danza, siendo esta última (la mujer) la de mayor intervención a diferencia de los hombres. Así mismo afirma que tal vez esto se deba a la asociación que en el medio cultural y social se hace del hombre o mujer danzante con la homosexualidad.

“..Estamos ante un prejuicio muy extendido y bastante vigente, en el cual hay razones estadísticas, pero que objetivamente resultan absurdas y arbitrarias en cuanto a que no es una condición para ser bailarín ser homosexual o heterosexual, pues si bien la disposición y sensibilidad del homosexual hacia la danza, es históricamente cierta, la danza por si, no determina al tipo de ejecutante, la danza simplemente está ahí para quien quiera tomarla”

Si bien la danza ha permitido la cohesión de los grupos humanos que la practican, y ha llegado a materializar y marcar ciertos acontecimientos de la vida del hombre, también es cierto que los procesos de formación en la misma así como su práctica a nivel profesional, ha estado sujeta a los convencionalismos sociales y la manera como se mira culturalmente. En este sentido, en el proceso natural de formación, de construcción de la personalidad y de asunción de una identidad, los seres humanos atraviesan por unas etapas o momentos que involucran procesos de socialización llamados procesos de socialización primaria y procesos de socialización secundaria.

La socialización primaria hace referencia a la construcción de valores y de concepciones como resultado de las vivencias e interacción de los individuos en el seno familiar. Lo que en esos espacios se dice o sucede, influye notablemente en la idea que los niños se hacen de las cosas y de la forma cómo las asume, así como la forma como construye su personalidad. Allí es determinante la intervención de los padres y madres.

De manera anecdótica, no es extraño observa que mientras las niñas son vinculadas a las escuelas de danza, los niños asisten de manera masiva a las escuelas de carácter deportivo, ello es respuesta al temor de los padres que imaginan que las actividades artísticas contagiaran de amaneramientos y demasiadas actitudes “sensibles” a sus hijos que distorsionaran su verdadera condición masculina.

“..Sin proponérselo, la familia ahonda la brecha generacional y convierte el baile o más comúnmente la Danza, en tabú, propiciando que los jóvenes, en su tan común actitud contestataria, rechacen ya no solo sus raíces coreó musicales sino también todo lo que tenga que ver con los padres y prefieran lo de moda, impuesto como se sabe, por los poderosos medios de comunicación”

Por otro lado, La socialización secundaria da cuenta de la forma como nos asumimos dentro de un colectivo social, desde el cual se construyen vivencias y se asumen experiencias positivas y negativas que estructuran de igual manera una identidad personal. Los espacios diversos, entre ellos el de las agrupaciones de danza, las comparsas, la escuela misma, los clubes, ayudan a esta consolidación ya que paralelo al de la familia, son espacios donde desde temprana edad se establecen relaciones de comunicación de otro nivel, con modelos de habla determinados, con fines, medios, intencionalidades, con reglas distintas y, con acciones reguladas por normas distintas pero que complementan a las dispuestas en la familia.

De allí que quienes asumen la formación en danza, los profesores y coreógrafos, tienen la responsabilidad social de ser buenos ejemplos formativos para estas nuevas generaciones, donde lo personal no permee lo profesional, sobre todo cuando de trabajar con niños se trata. Son los profesores de danza quienes contribuyen al desarrollo integral de los niños y esto no puede ser asumido de manera irresponsable por cualquier persona que no tenga una adecuada formación.

Un hombre que puede expresarse libremente a través de su cuerpo, de la voz o de un instrumento tiene la posibilidad de adquirir una mejor calidad de vida y fomenta su autoestima, ser mejor persona y ante todo, adquirir un sentido de pertenencia por las manifestaciones propias de su cultura.